Las Parrandas: gala de luces, carrozas y estandartes

Las Parrandas, son fiestas celebradas por dieciocho comunidades de la región central de Cuba durante los últimos meses del año en su mayoría. Tuvieron lugar por primera vez el año 1820 en el municipio de Remedios.

Las Parrandas

En 2013 fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación e inscritas el 28 de noviembre de 2018 en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, durante la reunión número 13 del Comité Intergubernamental de la UNESCO encargado de su salvaguardia.

Dos partes o barrios de un mismo municipio preparan a lo largo de todo el año una competición cultural que tiene lugar la noche de celebración del festejo. Ambos competidores cuentan con “espías” que tratan de desvelar las sorpresas preparadas en secreto por sus rivales para esa noche.

Esa festividad comprende una gran variedad de expresiones culturales: diseño y fabricación de carrozas, indumentarias y réplicas de monumentos; composición de canciones y preparación de coreografías; fuegos artificiales; y elaboración de elementos decorativos como faroles, estandartes y emblemas con los colores de cada barrio competidor.

Todos los habitantes de las dieciocho comunidades interesadas, sin distinción de sexo, edad, origen, medio social, profesión y religión participan en las diversiones. El engalanamiento de monumentos y la creación de réplicas de éstos, así como de carrozas, son una asombrosa demostración de la imaginación y creatividad que poseen los grupos de parranderos. Con gran originalidad reintepretan y recrean sucesos e historias mediante imágenes, luces y colores.

Los conocimientos tradicionales vinculados a este elemento del patrimonio cultural se combinan constantemente con técnicas modernas, por eso Las Parrandas son siempre un evento tradicional y contemporáneo a la vez.

Las Parrandas

La Historia

En la primera mitad del siglo XIX, Francisco Vigil de Quiñones, el padre de la Iglesia Parroquial Mayor de San Juan de los Remedios, ideó que muchachos del pueblo salieran a las calles y despertaran con ruido de pitos, matracas y latas las calles de la vieja comarca villareña.

Aquellas bulliciosas procesiones con toques de instrumentos rústicos devinieron aprobación popular, hasta establecer una fraternal rivalidad en la Octava Villa, que cada año se enfrentan en una simbólica porfía, en la cual se declaran como triunfadores absolutos del convite al talento y la creatividad popular.

Esas fiestas dejaron de ser un fenómeno netamente remediano y se extendieron a otros territorios cercanos a la octava villa como Caibarién, Camajuaní y Zulueta, pueblos de la actual provincia de Villa Clara. Más adelante, otros territorios de la zona central de Cuba asumieron esta tradición llegando a provincias vecinas como Sancti Spíritus, en los casos específicos de Guayos y Zaza del Medio y a Ciego de Ávila en Chambas y Punta Alegre.

A partir de 1820 las parrandas crecieron, hasta que en 1871 adoptaron la estructura que, en esencia, mantienen en la actualidad; y la convierten en una de las expresiones populares más autóctonas de Cuba. Las carrozas se incorporaron a las fiestas en 1890, para entonces se les conocían como “carros triunfales”. Estas tienen notable diferencias con la carnavalesca. Siempre representan una historia, que puede ser de la literatura universal, mitológica, histórica, fantástica o de actualidad.

A partir de la segunda mitad del siglo XX comenzó a mostrarse una sola carroza por barrios, pero con mayores proporciones debido a los adelantos técnicos. Se introdujo la iluminación eléctrica, posibilitando su salida en horas nocturnas. Pueblos parranderos como Zulueta, Camajuaní, Chambas, hacen de este elemento verdaderas obras de arte, que impresionan a todos los que se acercan a disfrutar de esas fiestas de barrios.

Estos pueblos al centro de la isla, reciben numerosas visitas cada año de turistas y emigrados para disfrutar de una espléndida dosis de cultura y tradición cubanas.

 

 

 

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